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Entradas

Caperucita y el lobo.

Pues ya sé que hay tropecientas mil versiones de Caperucita roja, pero quería volver a hacer la mía, ya que tenía una escrita, pero la perdí hace poco. Espero que a pesar de la falta de originalidad os guste esta entrada. Por cierto, ésta mujer es la Belucci... Érase que se era, una vez, una mujer vestida de rojo, que se perdía de vez en cuando en los bosques de camino a casa de su abuelita. Con su capita de terciopelo y sus preciosos zapatos de tacón, roja toda la indumentaria, para no perder la costumbre, salía de casa inventada de cuento. Llevaba en su cestita un par de manzanas, rojas, ambas, con las que jugaba a ser la niña que todos buscaban. Abuelita, abuelita, canturreaba en su mete, haciendo inventario del jarabe, la miel, las manzanas y todo el contenido de su cestita. Se cubría de lazos y sedas, con sueños de encaje para vestir sus labios de carmín. Ay ,  boca desgastada por la falta de besos legítimos, que envolvían sus canciones mientras encontraba el camin...

El efecto dominó

Un día, te levantas receptiva, parece que el mundo es hasta bonito y te da por fijarte en una pequeña mariposa que se posa alegremente en todas partes. Revolotea de flor en flor, de teta en teta. Y una buena mañana, mientras miras a la pequeña mariposita flirtear con escotes ajenos te encuentras pensando: "¿Y si esas tetas estuvieran rodeando mi cara?". "No, no... destierra ese estúpido pensamiento, tú eres una tía normal, te molan los abdominales y las rectas"... "Sí, sobre todo las rectas de ese sujetador deportivo" piensas mientras ves alejarse a la morena que acaba de pasar haciendo footing. Pero no importa, tu vida estaba muy bien hasta que empezaste a seguir con la mirada a la pequeña mariposita hija de su madre la flor, que te distrae. Y decides no volver a mirar, decides ignorar el movimiento del pelo de tu compañera de clase, aunque suenen violines de fondo y todo se mueva a cámara lenta ¿Desde cuándo las mariposas contratan cuartetos de cuerda e...

Encaje de bolillos: de cómo dos mujeres hacen costura en la cama

El otro día vino Paco a casa. Nuestro buen amigo es bisexual pero está más inclinado hacia los hombres. Bien. Pues mi novia y yo estábamos cenando con él y uno de sus ligues. Chico, también. Él vino y la cena nos llevaron a hablar de sexo. ¿Cómo no? mientras nuestro buen amigo Paco nos hablaba de su última sesión amatoria: nos explicó a mi y a mi chica que practicó sexo oral y demás caricias con el chico, porque ambos eran activos, pero no llegaron a tener "sexo". Mi novia me mira con cara de póker . Yo la miro a ella con cara de circunstancias. Nos ponemos serias. "¿Qué entiendes tú por "sexo", exactamente, Paco?" pregunta ella con cierta sorpresa. "Bueno, ya sabes, si no hay penetración..." se explica Paco. "Claro, cariño y... ¿tú y yo qué hacemos en la cama, entonces?" digo en voz alta. "Desde mi punto de vista, sexo, no es" sentencia Paco. "¡Claro, claro, amor, tú yo hacemos encaje de bolillos!" "Sí, sí, tod...

Y Eva se comió la manzana...

Era roja y muy brillante. Y para colmo había una serpiente que se la ofrecía, con su piel suave y sus dulces palabras. ¿Quién diría que no? además, Eva estaba tan cansada de Adán... de sus inconveniencas de hombre, de su puñetera costilla. Siempre echándole en cara aquello de la costilla. Ella sabía muy bien que era una mujer, la perfección hecha curvas ¡Qué coñazo, esto de las líneas rectas! Pero claro, era la única persona que Eva conocía. La verdad es que aunque a veces era divertido y no contaba malos chistes, Eva echaba de menos una compañera un poco más a su altura. Así pues, en uno de sus solitarios paseos, Eva se sentó cerca de aquel árbol de la ciencia a tomar un poco el aire fresco, a la sombra de sus hojas. La verdad es que era un árbol cualquier, no había nada raro en él... hojas, frutos y una serpiente. "No sé qué manía les ha entrado a todos con éste animal. Que sí, se arrastra por el suelo, pero es admirable que un ser sin patas pueda moverse así." reflexionó ...