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Voces. primera parte.

"Ni siquiera me puedo comprar un pintalabios. Lo doy todo por mis hijos y mi familia. Siento mucho que en mi casa no esté recogida hoy. Intenté cocinar pero solo me salió este soufflé."

Los golpes en la calle interrumpen sus palabras. Abajo están de obras. Su voz queda ahogada por los gritos de las niñas jugando en la habitación de al lado. Sonreímos. Nos servimos otra copa de vino.

"Es increíble que sepas hacer tantas cosas. A mí ya me parece suficiente centrarme en mis manualidades. No entiendo por qué estos vecinos maleducados se ponen a taladrar a las tres de la tarde. ¿No seria mejor a las cinco? Como te decía, mi marido está pasando unos días en casa."

Su mirada se entristece y el tornasolado de sus pestañas se pregunta porque yo voy tan maquillada por la vida. Puedo leer detrás de su frente que seguro que tengo algún acto especial o evento. Me guiña el ojo y me pregunta de nuevo si tengo novio. 

La conversación se convierte de nuevo en un catálogo de ofertas y buenas compras. Esta sí que es una gran habilidad que siempre ayuda. El maquillaje en si no. Buenas zapatillas. Bueno ropa. Mejores chaquetas. Productos para el cabello. Un sinfin de grandes oportunidades a la vuelta de la esquina y sin salir de tu manzana. "¿Fumas? Es el único vicio que me permito"

"No, no tengo novio." Espero con cierta ansiedad que se extrañe ante mi respuesta premeditada. La voz me dice que qué desperdicio. Qué desperdicio una mujer como tú descompuesto sin novio. Podría responder qué tengo juguetes sexuales suficientes como para no necesitar novio. O que no me interesan los novios en absoluto. Pero decido que este catálogo de ofertas de mi propia vida debe guardarse concierto celo y secreto.

El taladro sigue interrumpiendo la conversación. Se queja porque es muy molesto y se pregunta si el hombre de la casa no tiene otro momento para ponerse a hacer reparaciones. Voces que s'entremesclen con el ruido de un martillo. Las palabras aporrean la casa mientras las niñas siguen pintando entre gritos.

"Está muy bueno este vino." Dice que si lo llega a saber que estaba tan rico hubiera comprado más. Voces y risas que se entremezclan y se diluyen con copas de alcohol en la cocina.

Se acerca la hora del té pero esta vez el vino es el gran anfitrión. Por mucho que digamos que el soufflé estaba de vicio, nunca es todo lo perfecto que debería ser. El cojín del sofá siempre estará torcido. La cortina siempre puede estar más corta. Y esa sábana debería podría levantarse, hablar y hacer la cama de los niños sola. La vida sería tan bella si los electrodomésticos funcionaran sin nosotras. Ese día el mundo sería un lugar maravilloso. 

Un grito para que las niñas se relajen. No está bien que las pinturas se salgan del papel. Y sobre todo el cielo es azul y el sol amarillo. Eso de improvisar con los colores y los pensamientos lo dejamos para otro día.

"Mi marido tiene un puesto importante, no sé qué haría sin mí, pero no tiene ni idea de lo que es criar a los niños. Él piensa que todo es gratis, que los malabares que hacemos nosotras con el dinero no existen. Que los niños no necesitan chaquetas ni zapatillas ni materiales nuevos. ¿Qué sabrán ellos? Menos mal que no tienes novio, disfrútalo mientras puedas.

La voz se ve interrumpida por el silencio del taladro. Pasan unos minutos y todos nos relajamos.

Dice que es toda una desfachatez las horas en las que están haciendo las obras. Se figura que su vecino no tiene otro momento y debe trabajar mucho. 

El timbre interrompé el flujo de palabras. Es la vecina. Este vestida con ropa agujereado higiene de pintura. Lleva el pelo recogido detrás y una presencia bastante detestable para una visita. Nos damos cuenta de que ha sido ella, taladro en mano, la responsable de la percusión de abajo.

"Lo siento amigas, estoy toda la semana en turno de noche, tenía que reparar algo de mi casa y no me di cuenta de la hora. Voy a pedir disculpas al resto de vecinos.". Cerramos la puerta con una sonrisa, sin despedirnos de.la hombre de la casa.

"Esta mujer ni siquiera se pone un triste pintalabios para salir a la calle. Y ahora va y resulta que hace arreglos en su casa ¡Contento tiene que estar su marido!"

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