Un día, te levantas receptiva, parece que el mundo es hasta bonito y te da por fijarte en una pequeña mariposa que se posa alegremente en todas partes. Revolotea de flor en flor, de teta en teta. Y una buena mañana, mientras miras a la pequeña mariposita flirtear con escotes ajenos te encuentras pensando: "¿Y si esas tetas estuvieran rodeando mi cara?". "No, no... destierra ese estúpido pensamiento, tú eres una tía normal, te molan los abdominales y las rectas"... "Sí, sobre todo las rectas de ese sujetador deportivo" piensas mientras ves alejarse a la morena que acaba de pasar haciendo footing. Pero no importa, tu vida estaba muy bien hasta que empezaste a seguir con la mirada a la pequeña mariposita hija de su madre la flor, que te distrae. Y decides no volver a mirar, decides ignorar el movimiento del pelo de tu compañera de clase, aunque suenen violines de fondo y todo se mueva a cámara lenta ¿Desde cuándo las mariposas contratan cuartetos de cuerda en miniatura que solo tú puedes oír? No pasa nada, el rubio de la fila de delante parece mono, incluso dicen que está bueno. Lo lógico sería mirarlo, aunque solo fuera un poco ¿no?
Un buen día, una pelirroja te mira de forma especial. Y te habla, pero tú no eres capaz de dejar de mirar sus labios mientras tanto. No importa que se desnude delante te tí y comience a hacerte un masaje, ni que te ponga el cuello a micras de tus labios, solo para que huelas su nueva fragancia (que por cierto le ha reglado su novio, ese tío tan majo que se lo pasaría pipa al ver a su chica intentar montárselo contigo). Puede que empieces a reaccionar cuando te haga tumbarte a su lado en la cama, cuándo, totalmente desnuda, se acurruque a tu lado y te susurre lo especial que eres al oído. Y entonces sales corriendo. decides ignorar el incidente y te plantas en su casa días después, con una pizza y muchas bromas y pasas de todo. No importa que sueñes cosas que jamás le contarías al párroco de tu iglesia. No importa que quieras tener ciertas actitudes más "cariñosas" con algunas amigas.
El tiempo pasa y esperas, y esperas. Pasan los meses y un buen día, la mariposita decide recordarte lo brillante y llamativa que es. Y otro día saltas, les cuentas a tus amigos y novio "Ey, chicos, me he fijado en los lugares en que se posa ésta mariposa: soy bisexual". La gente reacciona de diferentes formas: unos te dicen que ni se te ocurra decirlo en público, no vaya a ser que sus hijos menores de edad se escandalicen, otros te dicen que qué más da, si mientras sigas con chicos todo irá bien, "quédate en el fondo del armario y todo irá bien". Otras personas te dicen que has sido valiente por reconocértelo a tí misma y que está bien que lo hables libremente sin ataduras.
Pero te atas, hasta que un buen día llega ELLA. Y su risa resuena como un eco en tu mente cuando vas de camino a casa en tren, después de pasarte todo el fin de semana pensando qué habrás hecho en tus vidas anteriores para que te pongan semajante regalo en tu camino. Y sus ojos, ni que hablar de sus ojos. Y lo peor de todo es que te miran como tú la miras a ELLA. Mierda. Ésto no tenía que pasar. Todo iba bien en el fondo de mi armario.
Racionalizas hasta que no puedes más y entonces es imparable. Llega el momento en que plantearte la vida sin esa mujer es imposible, sencillamente el mundo no puede funcionar de esa manera. Bien, das el portazo y te lanzas al vacío. La mariposa revolotea al rededor de sus ojos todo el tiempo y en ese momento eres tú misma la que decide bajar hasta su escote. Y aprendes a coser, o quizás ya sabías coser de manera inconsciente (véase entrada anterior).
Lo cuentas. "Tengo novia". Todo bien durante unos días. Alguien se escandaliza como ya esperabas. Pero entonces sucede algo nuevo, algo que no te habían contado en todos esos libros que leías a oscuras dentro de tu armario. La pequeña mariposa se posa sobre una ficha de dominó. Y la empuja y entonces sucede como una especie de catástrofe natural en la que las feromonas flotan al rededor de todas las amigas que conoces. O creías conocer.
En tu espalda hay un cartel luminoso que pone "chicas, abierta la veda de caza". Y te miran de forma diferente, te dan dos besos, uno por mejilla, pero más largos. Si a Sabina le hubieran dado los besos más cerca de la boca que de la propia mejilla no hubiera escrito estas canciones de despecho. Te preguntas si tu culo brilla más, quizás también por la rotulación nueva que te acaban de colocar, ya que ahora te lo tocan más. Y en el baño te miran el pecho y te preguntan la talla. El inocente juego de enseñar la lencería nueva se convierte acidentalmente (y gracias a que algunas mueven "ficha") en el juego preferido de tus amigas de toda la vida. Si, sí, las fichas, que antes eran blancas, que tú las veías nada más que por ese lado, ahora tienen lado oculto: también son negras. Y no estoy hablando de esos puntitos. Y tú, en el coche tu amiga más amiguísima de la infancia, brillas más que el mecánico del taller, que va sin camiseta y manchado de grasa. Y ella decide tocar tus puntitos de ficha, mientras el semáforo cambia de color. Y no precisamente los de la parte superior. "Qué alegría, qué alboroto, otro perrito piloto", parece que cantan todas al son de una melodía desinhibida mientras se frotan las... ejem, "manos". Y tú debes recordarles a todas y cada una de ellas que estás con ELLA
Y así es como, la pequeña mariposita causó el desastre en tu vida. Envió señales que para tus amiguísimas son inequívocas. Una detrás de otra, van cayendo antes los rótulos de "estoy en el mercado". Ay, mariposa de la perdición, quédate quietecita un rato y no causes más estragos en la vida de las personas, que tú aún puedes salir volando alegremente, mientras los demás nos vamos dejando seducir por la hermosa mañana que asoma por la ventana. Recordándonos que la vida es hasta bonita. A pesar del desastre de fichas que ahora están revueltas por toda la habitación.
FANTÁSTICO.
ResponderEliminarMmmmm....rojisima, con destellos de verde. ¿Pero porque me ofreces solo una? Si toda la vida ama la diversidad y la pluralidad XD.
ResponderEliminarMelina: Qué bueno, tú por aquí!
ResponderEliminarAnónimo: Bueno, tenía la oferta de una manzana por comentario, pero contigo haré una excepción, solo por ser amante de la pluralidad. Las manzana reineta están riquísimas, por cierto.