Uno de mis temas recurrentes, en mi día a día, es la maternidad. Cuando me enfrentaba al mundo de adulta pensaba que no estaba lista para ser mamá. Pero llegó el día en el que conocía a alguien de quien me enamoré locamente y, claro, venía con regalo, como los kinder sorpresa. Nunca he creído en que formar una família es cosa de un día, y cuando ella me preguntó si quería ser mamá, se me salió el corazón del pecho. Si había que cuidar de algo más pequeño que yo, debía leer antes un manual de instrucciones. Y además algo que venía con un compartimento recargable de desechos orgnánicos, con reloj y su alarma de la "hora de comer", y memoria RAM con capacidad para múltiples rabietas. Creo que fueron los 5 segundos más importantes de mi vida. En el instante que mi cerebro reaccionó de nuevo y respondió a la pregunta de "¿quieres ser mamá?". Y en ese momento dije algo que me pareció coherente: "dejemos que crezca conmigo y que decida qué soy para él".
Las relaciones entre chicas tienen éste aspecto que a veces nos complica un poco la existencia: los hijos biológicos. Una pareja heteresexual, bien mirado, tiene el mismo problema, ya que la que pare en realidad es la mujer, pero por algún motivo, que la carga genética sea de los dos, es un condicionamiento. Con los años y la experiencia me ha dado cuenta de que no todo son los genes. Nuestro pequeño decidió que era su mamá. Y cuando más adelante fue capaz de explicars ea sí mismo y al mundo, qué hago yo en su vida, dijo que "mamá es la mamá de la barriga porque salí de ahí, tú eres la mamá del corazón porque decidiste quererme". Y se quedó tan tranquilo.
Pero volviendo al eterno debate sobre la maternidad en el ámbito lásbico, hay varios mitos al respecto:
No somos fértiles. Uno de ellos consiste en que somos infértiles. Señores, mi mujer y yo somos tan fértiles como que si nos lo proponemos, podemos quedarnos embarazadas a la vez y si sale la cosa bien, hasta tener cuatrillizos (dos por cada una). Las probabilidades de que eso suceda son mínimas, pero como poder, se puede. Es cuestión de hacer bien las matemáticas, dos mujeres, dos úteros, dos barrigas. Les invito a que lo intenten.
Nencesitamos hombres gays para reproducirnos. Otro mito es que vemos a nuestros amigos gays como bancos de esperma con patas. Ésto nos pasa si tenemos parejas de amigos gays cerca. La lógica que sigue éste mito es desconocida, pues según las sospechas, cada pareja lesbiana debería tener una pareja de hombres gays en el armario, secuestrada. Y no digo viviendo cerca de ti, sino secuestrada. Es como si fuésemos féminas hambrientas de fluidos masculinos que no provienen de alguien que nos vea como pareja. Resulta paradójico, pero si tuviera que elegir genéticamente a mi hijo igual intentaría que no se pareciera a niguno de mis amigos, más que nada por evitar momentos incómodos en el futuro.
Se te pasará cuando quieras tener hijos. Uno de los más divertidos es que cuando se nos despierte el reloj biológico, volveremos a la buena senda de la heterosexualidad. Es como si notásemos que se nos pasa la orientación sexual y fuésemos a dejar a nuestra pareja tirada a la primera de turno. Bien, por supuesto, hay excepciones decepcionantes, pero no sería el caso más común. Levantarte una mañana y decdirle a tu pareja: "mira, cariño, lo vamos a dejar, tus soldaditos nos me sirven", no es opción. En realidad se busca la forma, cada una la suya. Y recordemos que existe la adopción.
El niño no es tuyo. El que peor llevo de todos es el de: "como el niño no es tuyo, es normal". Lo primero que el niño no es de nadie, es una pequeña persona que crecerá y eventualmente será libre y de su novia/o. Eso de poseer a las personas está bien para "50 sombras de Grey" pero en la vida real nadie es de nadie. Si eso se puede ser tutor legal. El niño o niña, con el tiempo entiende quién le quiere, quién le cuida y no le importa que no tenga esa peca en el mismo sitio que tú, porque no es una propiedad. La diferencia es que no fui yo quien parí, pero bueno, me gustaría que esa regla se aplicara a cualquier pareja hetero para decirle al padre eso de "el niño no es tuyo" (y vendrían unas intenresantes conclusiones después).
Por eso, cuando a nuestro pequeño le preguntan que quién soy y sin querer se le escapa y veo que tiene que mentir y decir que "soy la tía", por temas de que el país donde vivimos no está preparado y no queremos problemas, veo como se rompe un poco el corazón por dentro. Sé que no es una decisión fácil para él y los cinco segundos que tardé en decidir que yo no era la mamá de nadie si él no quería que lo fuese, fue el engranaje para todos éstos años después él sepa quién soy en su vida. Así que cuando hablamos de que tiene los ojos de su madre, también hablamos de que tiene las cosquillas en los mismos sitios que yo y que ha heredado mi carácter. Y al niño le importa un bledo de quién sean los genes.
Comentarios
Publicar un comentario
¿quieres una manzana? cuéntame, ¿de qué color la quieres?